Jueves, 3 de Abril de 2025
Alejandro Catalini dejó la gerencia Comercial Mayorista de YPF; una vida laboral “con mucha vertiginosidad”.
Con 42 años de trabajo ininterrumpidos, de los cuales 36 estuvo ligado al GLP, Alejandro Catalini dejó la gerencia Comercial Mayorista de GLP, de la petrolera YPF. Desde esa gerencia, su trabajo estuvo acompañado por una gran pasión "por hacer que las cosas pasen".
Con responsabilidad tanto en el ámbito comercial como operativo le tocó coordinar a través de un sólido equipo, el fluir del producto desde las refinerías y plantas de procesamiento de gas de YPF por los distintos medios de transporte (camión; ducto; buque), procurando darle el mejor destino comercial tanto sea en el mercado local o internacional como así también mantener diálogo frecuente con la Autoridad de Aplicación sobre la problemática del sector y sus posibles soluciones. "Como decía un ex jefe, tenía que hacer girar todos los platitos a la vez como en la destreza acrobática China". Alguno se habrá caído, pero mayormente todos giraban", dice ahora que está tranquilo, disfrutando de su tiempo libre y proyectando nuevos viajes. "Después se verá", aclara, respecto a su nueva etapa de la vida.
A poco de terminar el colegio secundario, Catalini ingresó a comienzos de 1983 en el sector de "Almacenes", de la extinta Gas del Estado, un depósito donde convivían resmas de papel; neumáticos de automotores; caños de diversas medidas y medidores de gas domiciliario. "un trabajito que me permitiera solventar mis estudios de Administración Naviera, pero aquí quedé", resume.
En 1988, con la ayuda del Ing Hector Collell, logró incorporarse al sector de gas licuado, donde operaban 4 buques para el abastecimiento de GLP por toda la costa Argentina. En marzo del 1993 luego de la privatización de Gas del Estado, comenzó su periplo en la entonces estatal YPF.
"Pude sobrevivir a los distintos vaivenes organizativos de la compañía estatal; privatización parcial; privatización total; y reestatización parcial y a los del propio negocio por lo cual fue muy difícil tomar la decisión de retirarme en un momento tan promisorio de expansión de la producción y apertura de mercado", precisa.
De sus 42 años de trabajo, señala que hubo momentos difíciles: "cómo defender a viva voz los intereses del sector ante la autoridad regulatoria en momentos donde era más cómodo callarse... Asumí posiciones como si la empresa fuese mía. Fue un tiempo especial y de mucho aprendizaje", dice y recuerda con nostalgia "después de ahí me tocaba negociar con Clientes de Chile; Paraguay y Brasil, ajenos a la realidad que nos tocaba vivir".
Otro de los íconos de su carrera fue cuando le designaron la relación comercial con el sector del fraccionado. "Cuando me dieron la tarea, no estaba convencido de contar con las competencias necesarias para un desempeño adecuado. Conforme iba pasando el tiempo entendí el valor del diálogo sincero aún con discrepancias; de escuchar para aprender y de la búsqueda de soluciones que conformen a las partes. En definitiva aprendí a querer mi trabajo y respetar a la gente con la que me relacionaba"
Al momento de hacer la nota con la revista Expansión, terminó unas vacaciones y ya piensa en unos viajes que tiene pendiente, junto a su esposa, con la que formó una familia con tres hijos.
Por ahora, mantiene la rutina de sus dos casas: la de siempre, en la Ciudad de Buenos Aires, y la otra que lo distiende en la apacible Uribelarrea, a la vera de la Ruta Nacional 205, en el suroeste bonaerense.
"Tuve una carrera hermosa donde la empresa me ayudó a formarme haciendo cursos de posgrados, me dieron responsabilidades, que entiendo las asumí y cumplí, realicé viajes al exterior y por todo el país y conocí gente excepcional tanto dentro como fuera de la compañía. Estoy muy agradecido", dice a modo de conclusión.